NO ES SUFICIEMTE.

NO ES SUFICIENTE. 

Los  diezmos y ofrendas son asuntos muy delicados dentro de la iglesia porque representan fidelidad a Dios. La Biblia muestra muchas bendiciones para las personas que ofrendaron, y dieron todo a Dios. El propósito de este mensaje es Conocer la bendición de Dios a sus hijos fieles. La Biblia dice que somos los “administradores” de Dios. Un administrador es uno que maneja el dinero o las propiedades que pertenecen a otra persona. Como administradores de Dios somos responsables ante Él por la forma en que manejamos lo que Él nos ha encomendado. En esta lección aprenderemos cómo podemos ser buenos administradores, especialmente en el asunto de ofrendar. Aprenderemos como podemos usar el dinero para hacer “amistades eternas”.


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División



-          Dios es dueño de todo. Es dueño del cielo y la tierra (Deuteronomio 10:14). Le pertenecen los animales (Salmo 50:10-12). Es suya toda riqueza (Hageo 2:8). Le pertenecen nuestro cuerpo y nuestra vida (1 Corintios 6:20)
-          Somos mayordomos de Dios. El Señor quiere que actuemos como sus mayordomos (Mateo 25:14; Salmos 8:4-8). Nos da la fuerza para acumular riquezas (Deuteronomio 8:18; Proverbios 10:22). Pero nos insta a no tener amor al dinero (1 Timoteo 6:10). Debemos ser mayordomos fieles (1 Corintios 4:1,2). Hay que dar conforme a las bendiciones que Dios nos haya concedido (Deuteronomio 16:17). Donde esté nuestro tesoro estará nuestro corazón (Lucas 12:33,34).
-          El propósito del diezmo era recordar a la gente que todas las cosas son propiedad de Dios y enseñarles a poner a Dios primero en sus vidas. Dios es sumamente generoso. Les permitió quedarse con nueve décimos de todo lo que cosechaban, pero el diezmo, la primera décima parte, pertenecía a Él. La Biblia dice: “Y el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa dedicada a Jehová (Levítico 27:30)”.
-          Él ofrendar facilita a que Dios nos dé. Mientras más damos, más nos da Dios a nosotros; mientras menos damos, menos nos da Dios. Jesús dijo: “Porque con la misma medida con que medís (dan), os volverán a medir (a dar) (Lucas 6:38b)”.
-          Dios quiere que le ofrendemos porque Él desea que Sus hijos sean como Él. Dios es generoso y desea que nosotros seamos generosos. Otra razón por qué Dios nos pide ofrendar es para que podamos “hacernos tesoros en el cielo”. No podemos enviar al Cielo nuestro dinero, pero podemos ofrendarlo para ganar a otros para Cristo. Esto es hacerse tesoros en el Cielo.
-          El ofrendar es un acto de adoración y no debe ser un proyecto casual. Debemos ofrendar sistemáticamente “cada primer día de la semana”, que es el día cuando vamos a la iglesia. La Biblia dice: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado… (1 Corintios 16:2)”.
Segunda división


- Sea lo que fuere nuestra ofrenda, El Señor desea que se la demos voluntariamente y de todo corazón. Dios no quiere que ofrendemos con tristeza. La Biblia dice: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7)”.
- Dios dice explícitamente que pasara con el dador alegre. “Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde”.

Conclusión

-En primer lugar, el diezmo es una muestra de agradecimiento a Dios. Es un acto voluntario provocado por el agradecimiento de victorias pasadas. La primera vez que vemos el diezmo en la palabra es en Génesis capítulo 14. Nadie obliga a Abraham a diezmar. Y su vida es cambiada por el principio del diezmo.
Cuando diezmas reconoces que has sido bendecido, más allá de lo que mereces, y que Dios es el autor de tu bendición.
-En segundo lugar, el acto de diezmar es un acto de fe. Cuando Abraham diezmó demuestra implícitamente que tiene la certeza de que Dios le va a bendecir en el futuro. La persona que retiene el diezmo es porque piensa que es lo único que tiene, que es lo único que Dios le va a dar.
Mucha gente dice confiar en Dios para un futuro grande, pero no son capaces de confiarle el diez porciento de tus pasadas victorias.
-En tercer lugar, cuando diezmas demuestras que tienes plena confianza en las promesas de Dios. La segunda ocasión en que se menciona el diezmo en la biblia fue cuando Jacob hizo voto a Dios de separar el diezmo de todo lo que Dios le entregara. Jacob está reaccionando, no a pasadas victorias, sino a la promesa de Dios de futuras victorias.
-En cuarto lugar, el diezmar es un acto de aceptación de la gracia divina. Jacob estaba perdido, huyendo, sin dinero, corriendo, y ese día Dios se le apareció, y le dijo que lo bendeciría, que lo prosperaría. Y, a pesar de su condición, Jacob decidió que su reacción sería diezmar, porque reconocía que era lo menos que podía hacer ya que, dada su condición, no merecía nada de lo que Dios haría por él.
 Llamado

Hace varios años, un amigo mío y su hijo viajaban por las calurosas carreteras de California, y pasaron por un puesto de helados. Mi amigo quiso que su hijo de diez años disfrutara un helado. Así que detuvo el auto, le dio un dólar y le dijo que fuera a comprar uno. Después de unos momentos, el niño regresó de la heladería casi llorando. Todavía tenía su billete, y le dijo a su padre que el encargado no le vendería un cono de helado. Así que el papá se bajó del auto y se dirigió hacia el empleado del negocio, y le preguntó: -¿Qué sucede aquí? ¿Por qué no le quiere vender un helado a mi hijo? El empleado le respondió: -Verá, señor, aquí no vendemos conos de helado de noventa centavos. Su hijo quería un helado de ese precio. En el acto mi amigo, que es pastor, se dio cuenta de lo sucedido. Su hijo, de diez años de edad, en el recorrido del auto a la heladería ya le había dedicado al Señor su diezmo del dólar. Por lo tanto, más relajado, le explicó lo sucedido al propietario de la heladería. y le pidió disculpas por el malentendido. El hombre le preguntó al niño: -¿Le das la moneda que te sobra al Señor?-Bueno -le dijo al niño- te diré qué vamos a hacer. Dale el dólar al Señor, y yo te daré a tí un helado. Diciendo esto, el hombre tomó un cono y le puso una bola y otra y una tercera medida, hasta que el helado se deslizaba por los lados y se lo dio al niño. En ese acto, el niño entendió la promesa de que Dios abre las ventanas del cielo y derrama sus bendiciones hasta que sobreabundan. Dios se goza en honrar a los que lo honran.
Cuantos quieren ser fieles, yo amo a Dios ¿Y tú?












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